La semana pasada analizamos algunos elementos frutales, plantas o animales que aparecen en el cuadro de El Jardín de las Delicias, esta semana vamos a hablar de otro curioso cuadro, se trata de El Concierto en el Huevo. Así que si estás por Madrid disfruta de la exposición del V Centenario sobre El Bosco en el Museo del Prado antes de que este cuadro vuelva al Museo de Bellas Artes de Lille, Norte-Paso de Calais (Francia). Y como en todos sus cuadros la imaginación y la originalidad de El Bosco lo convirtieron en un artista intemporal.

Concierto en el Huevo
La obra de El Bosco está llena de huevos y música. El potencial simbólico de estos elementos es explotado en este cuadro por el pintor, que como siempre llena todo con paisajes fantásticos, criaturas demoníacas y elementos de un fuerte simbolismo. Criaturas infernales y extrañas suelen tocar música en los cuadros de este genial maestro. Si algo no falta en su pintura es la música o los instrumentos musicales, sobre todo en el infierno.
Y los huevos también aparecen en su obra continuamente: huevos sobre cabezas, gente viviendo en huevos, comiendo huevos, defecando huevos, huevos rompiéndose, huevos transparentes, gigantes, diminutos… Todo un arquetipo, el huevo. Un símbolo alquímico de múltiples interpretaciones, que por supuesto hizo las delicias de los surrealistas y de otro ilustre obsesivo del huevo como fue Salvador Dalí.
El Concierto en el Huevo se inspira en una historia del humanista Sebastian Brandt (1457-1521) llamada La nave de los locos, obra satírica escrita en 1491, donde se narran los hechos acaecidos a la humanidad durante un viaje en barco en que salen a flote sus deseos y pasiones.
A simple vista se observa un colorido grupo de diez extraños personajes, dirigidos por un fraile, reunidos en torno a un libro de canto, que surgen de la cascara rota de un huevo de gran tamaño y también nacen dos árboles esqueléticos, con una serpiente (derecha) y una cesta con alimentos junto a un jarrón de barro (izquierda).
A través del brazo del fraile se dirige la mirada hacia un libro de canto, cuya partitura ha sido identificada como una coral profana de tema amoroso, obra del famoso músico del siglo XVI Thomas Crecquillon, maestro de coro de Carlos V y se publicó en 1549. Los músicos que interpretan esta melodía picante parecen estar bastante locos (véanse las caras y el embudo en la cabeza de uno de ellos), otro clásico de los cuadros del El Bosco: la locura.
Del mismo modo, la vista del espectador es guiada hacia la parte inferior mediante la cuerda que cuelga de la cintura del clérigo, de ahí pasamos al laúd, que nos envía hacia el mono y, posteriormente, a la zona inferior izquierda.
En otros orificios del huevo se pueden ver un mono con una especie de instrumento de viento que, mientras observa el paso de una tortuga, dirige su mirada directamente al espectador; un ladrón de reducido tamaño y rostro sombrío que roba una bolsita al religioso ante la atenta mirada de un personaje híbrido con cuerpo humano y cabeza de bestia ataviado de juglar mientras toca un laúd y un brazo que pretende alcanzar un pescado asado que ha sido previamente cocinado por otro ser híbrido, en este caso hombre-gato.
Afinando la vista un poco se pueden ver otras escenas: a la derecha unos caballeros en torno a una mesa y una mujer desnuda, y tres misteriosos personajes con máscaras portando objetos no identificados en sus manos. A su derecha otros personajes que parecen sufrir mientras gritan y se tapan los oídos.
Realmente se trata de una escena que parece sacada de un sueño, o más bien una pesadilla. No debe extrañarnos porque si analizamos otras pinturas del artista, veremos cómo estas escenas son típicas en El Bosco, e incluso mucho más estrambóticas que ésta. Pero todas ellas están creadas con un trasfondo ético y moral en el que, a través de diversos elementos iconográficos y símbolos se alude a la condición pecaminosa del ser humano.
Es necesario prestar atención a todos los detalles que hay en la obra, tanto de la escena central en conjunto, como de todos sus elementos individuales, que debemos entender.
El elemento que reina en el cuadro Concierto en el Huevo es la falta de cordura, manifestada a través de los raros tocados que llevan los personajes –un molino, un embudo e incluso animales- además de sus rostros y expresiones.
Algunas figuras son híbridos –mitad animal, mitad humano- y en ellos prima su “bestialidad” por encima de la “humanidad” debido a que la zona superior es animal. También se alude a valores negativos como la lujuria o las tentaciones (arpa, laúd, serpiente, mono, canción de tema amoroso) o la muerte (árboles deshojados, oscuridad, urracas). Pero a esta idea se contrapone un mensaje de esperanza y regeneración. La cigüeña como llegada de una nueva vida; el fuego purificador; el pez como símbolo de Cristo; la tortuga como símbolo de concentración y sabiduría ante el ataque de las tentaciones; el huevo como futuro.
El mensaje de Concierto en el Huevo es una alegoría de los males que rodean al ser humano durante su vida, los cuales se pretenden evitar mostrando que esas acciones llevan al castigo divino en caso de no optar por una vida pura, a la cual siempre se puede retornar para purificarse si se tiene fe y esperanza. En caso contrario, los inconscientes serán castigados no sólo con el fuego eterno, sino con otras amenazas como la locura, la incredulidad o la estupidez. Es un mensaje de claro contenido moral tratado con lenguaje satírico, fantasioso y apocalíptico, donde se pretende poner en valor la responsabilidad del ser humano según las ideas religiosas.
Sin duda sigue habiendo muchas incógnitas e interpretaciones sobre la obra Concierto en el Huevo, como sucede en la mayoría de las obras de El Bosco. ¿La música es mala para el alma? ¿Es pecaminosa? ¿Qué significan todos los elementos?
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