Está claro que esta sección cuadros relacionados con la gastronomía nunca va a tener fin porque está presente en la mayoría de los pintores. En esta ocasión os traigo el cuadro “El almuerzo de los remeros” de Pierre-Auguste Renoir (1841-1919) que podemos disfrutar en la Colección Phillips, Washington D.C. (Estados Unidos).

El almuerzo de los remeros, Renoir 1981. Óleo (129,5 cm × 172,7 cm)
Por si no conocías a este pintor te cuento que sus cuadros se caracterizan por la visión optimista y alegre de la vida. Por este motivo a diferencia de otros impresionistas en casi todos sus cuadros está presente la figura humana y los efectos de la luz en la vida, lo que le convirtió en un Maestro en utilizar ampliamente el contraste entre colores cálidos y fríos.
“El almuerzo de los remeros” nos muestra la terraza de la Maison Fournaise, a las orillas de Sena. Se trata de un local que nunca dormía, en el que se alquilaban botes para un romántico paseo por París y se servían exquisitas comidas de la mejor cocina francesa de día, y se organizaban bailes hasta el amanecer por la noche. Es por esto que Renoir se pasara ahí horas y horas y decidió plasmarlo en un lienzo, con su estilo vibrante y tembloroso, lleno de vitalidad.
Renoir retrata a sus amigos: 1 Aline Charigot con su graciosa nariz, que acabaría siendo su esposa poco después, 2 M. Foiurnaise propietario del restaurante, 3 Louise-Alphonsine Fournaise hija del propietario, 4 Baron Raoul Barbier quien era ex oficial de caballería y un amigo cercano de Renoir, él ayudó al artista a colocar a los personajes, 5 Jules Laforgue el hijo del propietario, 6 Ellen Andree actriz, 7 Ellen André, 8 Charles Ephrussi banquero que se agregó posteriormente al cuadro, 9 el pintor Gustave Caillebotte, 10 el periodista Maggiolo, y por último en la esquina del cuadro había un trío de personas coqueteando alegremente. Ellos son 11 Lestringuez, 12 Paul Lhote, quien usaba lentes y coqueteaba con la actriz 13 Jeanne Samary.
Desde luego la luz de los impresionistas es increíble, da la impresión de que se podría ver a oscuras. Una luz filtrada por el toldo a rayas que ilumina el jolgorio de los personajes logrando una luminosidad uniforme y ese magnífico bodegón sobre la mesa, que casi es el protagonista del cuadro porque Renoir también era un maestro pintando la naturaleza muerta.

El almuerzo de los remeros, Renoir. Óleo (129,5 cm × 172,7 cm) Detalle del bodegón.
En el bodegón podemos ver colocadas en un lugar muy destacado las copas de cristal que tienen aún resto de vino, restos de la comida, diversos tipos de botellas…, todo ello construido con pinceladas sueltas.
La factura de la pincelada rápida es a la manera impresionista, paleta de arco iris: rojos y sus opuestos verdes o amarillos, azules… Las sombras son por lo general no negras sino violáceas. Así mismo en el mantel en su esquina derecha muestra los colores de lo que tiene cerca como la silla, el pantalón del personaje sentado, el periodista Maggiolo.
Ningún elemento en este cuadro parece estático. Todos los personajes se ven conversando y con marcados gestos. Se puede hasta sentir el viento moviendo el toldo y los arbustos.
“El almuerzo de los remeros” es un exquisito y nutritivo desayuno para aprovechar con fuerza y vitalidad el soleado día que les queda por delante a esta gente. Así que si a ti también te ha entrado hambre y te apetece preparar un buen desayuno, te dejo a continuación varias propuestas con las que conquistarás a todos en casa.
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