La semana pasada te conté el cuadro de La Lechera de Burdeos de Goya y hoy te traigo otra obra maestra, se trata de La Lechera de Vermeer, cuyas reducidas dimensiones (apenas 44,5 cm × 41 cm) lo evidencian como un cuadro destinado a la decoración de un ambiente pequeño. Pero aún siendo pequeño consigue maravillarnos aún más por la capacidad de este artista de recrear cada elemento y el conjunto con tan increíble detalle y luz. Seguramente utilizó pinceles muy finos y delgados y quizás también usó alguna lente de aumento para trabajar debido a que en Holanda se especializaban en construir estos artefactos por esa época.
La Lechera trata de una escena costumbrista, caracterizada por su limpieza y sencillez compositiva, una de las especialidades de Vermeer, aunque en realidad la obra tiene una significación mucho más profunda de lo que pudiera parecer. La escena se desarrolla en una sobria estancia con paredes grisáceas en la que destacan los clavos, los agujeros o las grietas de una morada humilde. La luz que entra por la ventana es fundamental e ilumina el blanco de su toca y el de la leche. El muro blanco acoge la luz y las sombras y como única decoración un cesto de mimbre cuelga de la esquina de la estancia. La figura femenina es el eje en torno al cual gira el cuadro y algunos críticos han especulado que la mujer que sirvió de modelo para esta imagen fue Tanneke Everpoel, la criada de la familia de Vermeer.
El artista nos presenta a una mujer de mediana edad, en una esquina de la habitación bajo la ventana, concentrada en su quehacer. Permanece ajena a la mirada del espectador, ataviada según la moda de la época con un humilde vestido amarillo y rojo que se cubre con un mandil azul. Está con la mirada baja como símbolo de humildad, vertiendo una jarra de leche en un cuenco con dos asas, sobre una mesa, donde encontramos un esplendido bodegón formado por una panera, unos bollos de pan y una magnífica jarra azulada sobre un mantel azul: una simple naturaleza muerta de desayuno. Está claro que cualquier parte del cuadro podría ser una maravillosa obra de arte, pero en combinación es inmensamente más interesante. Me encanta la tersura de la leche que está cayendo de la jarra. ¡Ni la mejor fotografía podría hacerle justicia a esta joya del arte!, así que si vas a Amsterdam no te puedes perder la visita al Rijksmuseum.
El brasero encendido en el suelo simboliza el deseo de atenciones amorosas, elemento simbólico que viene reforzado por la decoración de las baldosas en cerámica típica de Delft con la imagen de Cupido. Con el fin de crear el juego de luces y sombras, y de sugerir el lado “palpable” de las cosas, Vermeer utiliza aquí una técnica particular que consiste en aplicar la pintura por medio de pequeños toques.
En esta ocasión Vermeer, utiliza a la lechera como un derroche de virtudes y ejemplo a seguir. Además revaloriza la profesión del sirviente que tan duras críticas había recibido durante esta época.
Pero la verdadera protagonista de esta gran obra maestra es la armonía de azules, en ocasiones a partir de la piedra de lapislázuli molida y amarillos (colores complementarios, es decir, que vibran cuando se combinan) bajo la luz que penetra por la ventana. La luz inunda la estancia y resalta las brillantes tonalidades, especialmente el amarillo y el azul, utilizando la característica técnica “pointillé” con la que reparte los chispeantes puntos de luz por toda la superficie de la tela. Esta iluminación debe su origen a los maestros italianos del Renacimiento, especialmente la escuela veneciana, y de los seguidores de Rembrandt.
La Lechera de Vermeer en la Publicidad
Seguro que este cuadro de Johannes Vermeer es conocido por todo el mundo, sobre todo porque fue utilizado como imagen de la marca Nestlé para hacer uno de los anuncios más evocadores en referencia al mundo del arte. El uso de esta pintura como publicidad de yogures, hace que la propia marca haga referencia a la calidad. De esta forma se contraponen los demás tipos de yogures de elaboración industrial frente a este tipo de elaboración casera, realizada con una receta conservada durante siglos hecha con tiento y cariño. El gesto tranquilo de la cara de la lechera y su posición corporal en calma, son los que dan como resultado la recepción por parte del público de esta publicidad como inculcadora de valores positivos en cuanto a una calidad sublime del producto.
A la hora de llevar esta publicidad a los medios, como la televisión, la marca ha optado por recrear el cuadro, y convertirlo en una situación en movimiento, que añade a la simple faceta de la lechera del cuadro de verter el líquido, a la creación de esos riquísimos yogures.
Comparamos ambos cuadros
Así que después de analizar ambas obras está claro que son una genialidad de la pintura universal, pero también está claro que tienen muy pocas cosas en común, el título de la obra “La lechera”, la protagonista que es una mujer, que están realizadas en óleo sobre lienzo, que están expuestas en Museos de renombre y poco más.
Diferencias evidentes: épocas distintas mediados del XVII y primer cuarto del XIX; un pintor holandés y el otro español; Vermeer contaba con 30 años y Goya con 81. Así que antes de terminar te invito a que sigas haciendo comparaciones y me las digas en los comentarios.
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