De todos los museos que he visitado todavía sigue siendo mi favorito el Museo del Prado porque de verdad que me puedo pasar horas y horas disfrutando de su exposición. Así que como en algunos sitios ya se está acercando el otoño hoy te traigo uno de mis favoritos de Francisco de Goya, se trata del cuadro La Vendimia o El Otoño, momento en que se lleva a cabo la vendimia, el cual es fascinante disfrutar como Goya pinta estos racimos de uvas sin ser los protagonistas de la escena.
La vida de Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos 1746 – Burdeos 1828) está a caballo entre el siglo XVIII y XIX, época llena de grandes cambios en todos los sentidos. Goya vivió en el absolutismo ilustrado, la monarquía constitucional de 1812, con intervalos absolutistas y conoció a cuatro reyes: Carlos III, Carlos IV, José I y Fernando VII. Además, durante estos años vivió la Guerra de la Independencia, Trienio Constitucional, absolutismo… Y si esto parece poco también convivió con diferentes estilos y corrientes artísticas como el Rococó, Neoclasicismo, Romanticismo. Pero si algo caracteriza a Goya es su fuerte personalidad, lo que le convierte en un genio.
La obra de este gran pintor abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. Con el nombre de Cartones se conoce a un conjunto de trece obras emprendidas por Francisco de Goya entre 1775 y 1792 para la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara con el tema de las Cuatro Estaciones y otras escenas campestres, nombrados como “Pinturas de asuntos jocosos y agradables”, los cuales serían colocados en el comedor de los Príncipes de Asturias (Carlos IV y María Luisa de Parma, en ese momento) en el Palacio del Pardo. Sin embargo, debido a la muerte de Carlos III en 1788, los tapices no pudieron ser colocados en el palacio debido a que éste fue abandonado por la familia real.
Los tapices se hacían con seda, e hilos de plata y oro, lo que hacía de ellos un objeto caro, asequible sólo para la nobleza. Como es propio de los cartones para tapices Goya usó colores planos y vivos, dentro de campos bien delimitados. Así que, una vez terminados los tapices, estos se colocaban en las habitaciones reales, mientras que los cartones (considerados de escaso valor) se almacenaban sin mucho esmero.
La Vendimia o El otoño (sirviéndose de las uvas como símbolo de esta estación) fue pintado entre 1786 y 1788 y formó parte de un conjunto sobre las cuatro estaciones, tema típico del Rococó, compuesto por Las floreras (la primavera), La nevada (invierno) y La era (verano).
En la escena vemos a un aristócrata disfrazado de majo, sentado sobre su propia capa, que ofrece a una dama un racimo de uvas negras que ella acepta y un elegante niño que está de espaldas y de pie alza sus brazos como si también quisiera cogerlas.
Tras ellos, aparece una vendimiadora con un cesto lleno de racimos cargado a la cabeza, que trae de los campos del fondo en actitud de espera, por si quieren coger más uvas. En el fondo se observa a los campesinos que se afanan en la recogida del fruto, inclinados sobre las viñas, mientras uno se yergue mirando a sus señores. Si nos fijamos bien en los cestos, están pintados como un auténtico bodegón, género tradicional en la pintura española
Se trata de una de las pinturas más completas de Goya, aunando escena popular muy decorativa con cierto grado de simbolismo a través del contraste entre las actividades de campesinos trabajando en la recolección de la uva y la aristocracia. Además, las pinceladas sueltas y rápidas no impiden apreciar la maestría de Goya en los detalles del lienzo como los cuellos y puños de los trajes, hebillas, medias, bordados…
La vendimia es una obra que evoca calma, sosiego y felicidad para el espectador debido al ambiente vaporoso creado por la conjugación de colores, iluminación y espacios. La luz natural y suave ilumina las ropas de los protagonistas; los tonos delicados, especialmente amarillos y ocres, predominan en el primer plano, y son precisamente los colores más característicos del otoño, mientras que los tonos fríos del azul el cielo equilibran la composición posterior; además, las cuatro figuras ubicadas en el primer plano forman compositivamente una pirámide que hace que la escena resulte próxima al espectador. Este recurso fue muy valorado en el Neoclasicismo, con el que Goya romperá muy pronto.
La distinta manera de relacionarse los personajes con la vendimia es un aspecto realmente fundamental para analizar el propio contexto histórico. No podemos descartar que exista cierta crítica social en sus obras, como en “El Albañil herido”.
Los cartones de Goya fueron almacenados en la Real Fábrica de San Bárbara y trasladados en 1858 al Palacio Real, donde permanecieron ocultos hasta 1870, año en el cual el periodista e historiador Gregorio Cruzada Villaamil los encontró y catalogó. Poco después se descubrió que seis cartones habían sido robados, y se ordenó el traslado del resto, entre ellos “La vendimia”, al Museo del Prado, donde actualmente se encuentra. De las piezas robadas sólo se lograron recuperar tres y el resto se encuentran fuera de España.
Resumiendo, es una magnífica composición de personajes y paisaje, con una magistral riqueza cromática, quedando reflejado el amor por la naturaleza típico del pensamiento del siglo de las luces.
Y… si te has vuelto seguidor de esta sección del blog, recordarás que ya he hecho mención a las uvas en otros cuadros como por ejemplo La Virgen de las uvas y Niños comiendo uvas y melón pero aquí su frescura y realismo son una obra maestra.
Así que te invito a ir al museo y disfrutar de su colección de cartones en la que en cada cuadro comprobarás los colorida que fue esta etapa de Goya alejado de la oscuridad de las Pinturas Negras.
¡Ah! Y por si te animas te dejo alguna receta con uvas y con vino.
- Receta | Mostillo manchego
- Receta | Bundt cake de vino tinto
- Receta | Requeson con uvas y chocolate
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