Otro de los cuadros que podemos disfrutar en el Museo del Prado es La Virgen de la leche una de las pinturas más características y reconocidas de Luis de Morales (Badajoz 1510 – Alcántara? 1586). Es un óleo sobre tabla, pintado hacia el año 1570, mide 84 cm de alto y 64 cm de ancho. Y por si no conocías a su autor se le conoce como el Divino por el primor y la sutileza con que pintaba los temas religiosos.

La Virgen de la leche obedece a la iconografía cristiana muy antigua de la Galactotrofusa o Virgen amamantando al Niño Jesús. Esta iconografía ha tenido múltiples manifestaciones tanto en el arte religioso, como en la pintura o en la escultura.
Con este cuadro, Luis de Morales busca despertar en la sociedad española del último tercio del siglo XVI la devoción hacia la Virgen como madre de Dios, ajustándose a los valores de la Contrarreforma, es por esto que han llegado hasta nosotros numerosas versiones de la composición de Morales lo que pone en evidencia la gran aceptación de la imagen, un delicado objeto destinado a las devociones privadas que se emparenta con los iconos marianos de tradición bizantina. Además, el autor plantea el tema, que tradicionalmente se representa con el pecho de María al descubierto, de un modo más recatado.
Esta es una de las pinturas más características y reconocidas de Luis de Morales, por su cuidada técnica, el formato doméstico y la temática en apariencia tierna y entrañable. María sostiene con ambas manos al Niño, que busca el consuelo materno introduciendo una mano en busca de alimento en el pecho de su Madre pudorosamente tapado y con la otra levanta el velo.
La belleza de María es la de una madre joven y bella cuya delicadeza muestra la influencia de Rafael. Luis de Morales muestra su gran destreza al pintar a María con un velo transparente apenas perceptible.
El único elemento de referencia espacial que podemos observar es el banco de piedra sobre el que está sentada la Virgen. Y la luz se centra en las figuras de la Virgen y el Niño, marcando un profundo claroscuro con el resto de la composición
La gama cromática es reducida; sobre el fondo negro destaca los colores azul, blanco, dorado, encarnado y rojo. Los colores se presentan en tonos casi metálicos. El Niño viste un paño blanco, símbolo de pureza, que no le cubre brazos y piernas. La túnica roja, simboliza la Pasión que le espera a su hijo, y el manto azul es el símbolo de su nobleza y eternidad. Los contornos de ambos están difuminados suavemente recordando el sfumato de Leonardo.
Y… si te has vuelto seguidor de esta sección del blog, también te puede interesar el cuadro de La Virgen de las uvas de Pierre Mignard.
Así que te invito a ir al museo y disfrutar de su colección además de otros muchos cuadros relacionados con el mundo de la gastronomía.
¡Ah! Y por si te animas te dejo alguna receta con uvas y con vino.
- Receta | Arroz con Leche
- Receta | Bizcocho de Leche Caliente
- Receta | Leche de Coco
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