Hoy vuelvo a ampliar la sección de Películas Culinarias, pero esta vez es Sonia Barroso, periodista de Facesonthebox, la que ha hecho la crítica de la película Una pastelería en Tokio. Por si todavía no la conocéis deciros que es mamá de un Rosquis de 2 años, se considera una cocinera normalita, pero que le encanta la repostería, el valor de los platos sencillos y de las elaboraciones caseras, hechas con mucho mimo.
La última película de la directora Naomi Kawase, propone una deliciosa receta tan vital como universal: El de que todo en esta vida tiene una historia que contar y que cualquier vida está llena de significado.
Con esta temática tan universal, la directora japonesa nos sitúa la trama de la película “Una pastelería en Tokio” en el Tokio contemporáneo, concretamente en una tienda de pasteles, cuya especialidad son los dorayakis. ¿Y qué son los dorayakis? Pues son unos dulces tradicionales hechos de tortitas rellenas de pasta de judías (anko). Un día aparece por la pastelería que regenta Sentaro una viejita afable, Tokue, que resulta ser una cocinera excelente de anko. Su anko es delicioso porque mira las judías, selecciona las buenas de las malas, las hierve con mimo, las cuela y tiene la paciencia de esperar dos horas hasta que estén bien cocidas para y comenzar a trabajar cuando aún no están puestas las calles. Ese mimo que imprime a su pasta de judías se traduce con nuevos clientes, entre ellos, una colegiala con la cuál compartirá su filosofía de la vida, de agradecer hasta el sol que uno toma por la mañana y el olor de los cerezos en flor.
Sentaro y Tokue no se dedican sólo a hacer los mejores dorayakis sino que entre ellos comenzará una relación muy especial, no obstante, la afable viejita tiene una enfermedad contagiosa de la cuál se entera la encargada de la tienda y ahí empiezan los rumores…
No conviene desvelar nada de esta película “Una pasteléria en Tokio“, de cocción lenta como el anko, que cautiva por su mensaje, por el aroma y el sabor de los dorayakis y de las pastas tradicionales japonesas, sean dulces o saladas y, sobre todo, consigue emocionar al espectador más paciente, con ganas de saborear esta película poco a poco, aceptando sus cosas dulces, saladas y amargas, como la vida misma. Y, aunque yo no soy golosa, como tampoco su protagonista, me encantaría probar un dorayaki hecho con el mimo de la tradición de esta abuelita, Tokue, que todo el mundo quisiera tener. Muy recomendable y a partir del 2 de marzo estará disponible en DVD.
Una pastelería en Tokio – Traíler (Español)
Una pastelería en Tokio – Traíler (Película)
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Muchas gracias por confiar en mí y dejarme colaborar, Pilar, un placer! Besitos!
Gracias a ti Sonia. Me ha encantado el post 🙂
Muy buena colaboración, Sonia. Y Enhorabuena a Pilar por este bonito blog. Felicidades chicas! Me está entrando hambre al estar por aquí ;;D. Un besote
Gracias Marta y puedes pasar cuando quieras por mi rincón 🙂
Hola. Buenísima la película e inevitable querer probar los dorayakis… ¿Han hecho la receta del anko? Yo llevo un primer intento, pero me vi obligado a moler los porotos (alubias) rojos, ya que no se deshacen con la cocción a fuego lento como sí ocurre en la peli. De hecho, la escena en que lenta y cuidadosamente se deja ir la espuma del caldo con un delgado chorrito de agua, tiene sentido en la medida en que evita la destrucción del grano de poroto, pero si uno lo muele para hacerlo pasta… se vacía de sentido. En todas las recetas de youtube que he visto, muelen las alubias… ¿Han probado la receta tal cual muestra la película? Saludos
Hola! La verdad es que no he intentado todavía a hacer ninguna receta que sale en la película. Espero hacerlas en algún momento y compartirlas con todos. Saludos
Que buena sugerencia. Ya tengo plan para este fin de semana. Gracias Pilar 🙂